El estudio de la diplomacia pública es resultado de la inexorable vinculación que existe entre las relaciones internacionales y la comunicación global. Estados Unidos, Rusia, China, Turquía, Brasil o la propia Unión Europea compiten por posicionarse en el orden mundial, la proyección de valores y la legitimidad de la acción exterior. Tras una edad dorada de la diplomacia pública (1990-2010), la propaganda, la injerencia en los procesos electorales y la desinstitucionalización de la práctica diplomática han afectado el modo de conducir la acción exterior. La sobreexposición presidencial, los tuits (en nuestra opinión, el tuit es la unidad de medida, pero podemos escribir “las redes sociales”, que es más amplio) y el lenguaje de las emociones son argumentos de peso en la construcción de la agenda de relaciones internacionales por encima de los acuerdos multilaterales. La comunicación de los gobiernos, el saber diplomático, la reconstrucción del proyecto político europeo, los valores del liderazgo chino o el legado del trumpismo han modificado el manejo de la diplomacia. De origen norteamericano y con eco europeo, la diplomacia pública hoy aparece entre las prioridades de gobiernos, ciudades, instituciones internacionales y actores privados, que aspiran a vertebrar la comunicación, la representación ciudadana y el reconocimiento internacional. Por este motivo, es pertinente revisar los avances en la disciplina de modo que se construya un mejor corpus teórico acorde con la realidad de la globalización post-covid. El cambio climático, las migraciones, la salud pública global, la perspectiva de género o la gestión de la memoria constituyen nuevas fuentes de valor para la comunicación internacional de los países y los actores globales.
La diplomacia pública ha alcanzado solidez científica y peso propio en la agenda de investigación. Su impacto en la configuración del poder ha legado teorías, modelos y paradigmas como el poder blando, las narrativas estratégicas o la globalización de los consumos y las industrias audiovisuales. El dominio anglosajón de la disciplina es indiscutible tanto en autores como en referencias, si bien se abren paso nuevas corrientes intelectuales. El interés por Asia Pacífico, la irrupción de potencias emergente como Turquía o Brasil o la incipiente desglobalización animan a estudiar la diplomacia pública desde una óptica alejada del canon occidental.
El objetivo principal de este special issue es analizar las nuevas prácticas de la comunicación política internacional, con especial interés en la diplomacia pública. El camino de la transformación digital en la práctica de los gobiernos, la emergencia de nuevos actores no estatales, el mercado de las ideas que promueven los think tanks, el liderazgo político o la acción de las ONG, la crisis de las instituciones multilaterales como WHO o WTO, el débil liderazgo de la UE, el impacto de los populismos en la narrativa internacional o las nuevas prácticas de desinformación abren un escenario nuevo para la investigación.
- Narrativas estratégicas. ¿Qué historia ha resultado ganadora en la post- globalización?
- La desinstitucionalización de la diplomacia pública: líderes populistas en Twitter, democracias iliberales y desglobalización. Consecuencias en el ethos de diálogo y confianza mutua.
- Auge y declive de la diplomacia pública estadounidense.
- Narrativa europea. ¿Qué diplomacia pública para el proyecto político de la UE?
- Brexit, migraciones en el Mediterráneo y otras fallas del proyecto.
- Diplomacia pública en Asia y el Global South. Rasgos, prácticas y objetivos de China, Corea del Sur, India, Brasil y Turquía.
- Metodologías y evaluación de la diplomacia pública.
- Diplomacia pública en perspectiva de género y etnia.
- Diplomacia pública y memoria. ¿Cómo impacta la construcción del pasado en la política internacional del presente?
- Colaboración público-privada: los actores privados en la diplomacia pública.
- Dinámica y alcance de think tanks y grupos de presión.
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