Entre 1939
y 1942 el gobierno de Lázaro Cárdenas abrió las puertas a numerosos refugiados
que huían de la persecución y los estragos de la Guerra Civil española. Así se
escribía un capítulo de primera importancia en la historia cultural de México.
Tan pronto arribaron los primeros refugiados al Puerto de Veracruz, Ignacio
García Téllez, representante de Lázaro Cárdenas, externaba la intención de
incorporarles al ámbito de la investigación científica, de las letras y de la
cultura mexicanas. Este gesto humanitario constituía a la vez un homenaje al
espíritu y los ideales que animaron la fundación de la República Española, cuya
derrota ante las tropas fascistas de Franco era entonces inminente.
Los frutos
del arribo de los exiliados no se hicieron esperar: gracias a su esfuerzo por asimilarse a la
nueva tierra, abrieron nuevos espacios de vida académica, literaria y artística.
Algunos de ellos brillaron en las instituciones educativas más importantes del
país: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto
Politécnico Nacional (IPN) y la Casa España, que más tarde se convertiría en el
prestigioso Colegio de México (COLMEX). Este número de iMexse centrará en la
reflexión de los refugiados españoles sobre la experiencia del exilio y en su
expresión filosófica, literaria, poética y artística.
Con miras a esta
experiencia, el volumen buscará además esclarecer la dimensión intersubjetiva e
intercultural del encuentro de los exiliados con sus colegas mexicanos, así
como con los jóvenes intelectuales y artistas que se convertirían en sus
discípulos. Se trata, por lo tanto, de una experiencia que también puede calificarse
como generacional. No menos significativa para los exiliados era la experiencia
histórica que resultaba de un "choque "o una cierta
"conmoción" al encontrarse de pronto con el "Nuevo Mundo".
De ahí que los exiliados se pregunten por el carácter de extrañeza y alteridad
del espíritu propiamente latinoamericano, por así llamarlo. Antes, desde la
distancia, la comunidad del idioma no permitía ver claramente las diferencias
culturales. Ahora, con la realidad del exilio, los refugiados trataban de comprenderlas
y superarlas mediante una nueva síntesis cultural.
El filósofo
José Gaos, discípulo de José Ortega y Gasset, constituye sin duda una figura
paradigmática de la índole de experiencia en cuyos modos de expresión queremos
ahondar. Tan pronto hubo llegado a México, Gaos intentó dar expresión escrita a
sus más profundas vivencias en la nueva patria, así como a su interés en la
historia, cultura y filosofía mexicanas.
El encuentro con el filósofo mexicano Antonio Caso, a quien Gaos llamaba
respetuosamente su “maestro”, vino de alguna manera a llenar el vacío que le
dejaba el distanciamiento forzoso de Ortega y Gasset. La actividad docente de
Gaos en la UNAM dio como fruto un nutrido grupo de discípulos, entre los que se
cuentan personalidades como Luis Villoro, Fernando Salmerón, Alejandro Rossi y
Carlos Llano, entre muchos otros. Gaos resumió su experiencia en la noción de
transtierro –tan discutida por Eduardo Nicol, otro eminente exiliado-. Ella
pretende borrar toda connotación negativa de la palabra destierro al acentuar
la experiencia, dolorosa pero posible, del traslado desde una primera patria a
una segunda patria.
El presente
volumen invita colaboraciones que puedan clarificarlas mencionadas modalidades
de la experiencia del exilio republicano en México, no sólo en su expresión
propiamente filosófica, sino también literaria y artística. También son
bienvenidas aportaciones que, desde un enfoque interdisciplinario, puedan
aclarar el fenómeno del exilio.
Los
artículos y las reseñas pueden enviarse a las direcciones de correo electrónico
del Dr. Guillermo Ferrer (ferrer@uni-wuppertal.de) y de la Jun.-Prof. Dr. Yasmin Temelli (yasmin.temelli@rub.de)
hasta el 30 de junio del 2020 en formato Microsoft Word. Se ruega que los
artículos no excedan las 15-18 páginas o su equivalente, unas 5.000 o 6.000
palabras aproximadamente.
Como norma,
los artículos deben ser originales inéditos y no estar bajo consideración en
otra publicación. Los manuscritos deben tener una extensión de 15 a 18 páginas
(incluidas las notas y la bibliografía), aproximadamente entre 5000 y 6000
palabras. Deberán ir acompañados de un resumen de 200 palabras, así como
información biobibliográfica (cargo académico, principales áreas de
investigación, publicaciones recientes) de unas 10 líneas y 5 palabras clave
para identificar el contenido del artículo.
Véase en
cuanto a las normas de edición.
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