En 1978 el Primer Coloquio
Latinoamericano de Fotografía y la muestra fotográfica “Hecho en
Latinoamérica”, ambos celebrados en México y en los que participaron
fotógrafos, investigadores y críticos de todo el continente, instauraron por
primera vez la idea de una “fotografía latinoamericana”. Organizados por el
Consejo Mexicano de Fotografía -una institución creada en 1976 con el objetivo
de promover la investigación sobre este medio e intercambiar conocimientos
sobre su historia y su producción en la región- estos encuentros no sólo
contribuyeron a insertar a la fotografía latinoamericana en el mapa mundial,
sino que fueron fundamentales para crear una identidad fotográfica regional que
se fundaba en la idea de una historia política, social y cultural compartida.
Bajo los ecos de estos dos eventos,
en la década de 1980 surgieron en América Latina las primeras historias de la
fotografía, que propusieron las periodizaciones iniciales sobre el tema,
reuniendo imágenes y fuentes primarias, hasta entonces dispersas o poco
conocidas. Concebidos según el modelo de la historiografía europea o
norteamericana, estos estudios pioneros tendieron a adoptar enfoques
metodológicos que provenían de la historia del arte y en los que la fotografía
era estudiada desde un enfoque nacionalista, ya fuese como una crónica de
géneros y estilos o como una sumatoria de técnicas y autores consagrados.
Este panorama comenzó a cambiar
hacia fines del siglo pasado a partir de dos factores que dinamizaron y
estimularon profundamente el desarrollo del campo en la región: la acelerada
evolución y trasformación de los archivos fotográficos y la entrada de la fotografía
como campo de estudios en las universidades. La creciente valorización y el
rescate de la fotografía en el ámbito archivístico generaron a partir de la
década de 1990 un impresionante desarrollo del libro fotográfico, que
contribuyó a difundir y crear interés sobre un ascendente corpus de imágenes
históricas desconocidas o de difícil acceso. Asimismo, desde los inicios del
siglo XXI, la academia comenzó a demostrar una progresiva atracción por esta
área de conocimiento que, en muchos casos, se canalizó en la creación de
licenciaturas o programas de posgrado centrados en la temática. En este
contexto, el campo se vio renovado a través novedosas aproximaciones que,
dejando de lado los enfoques cronológicos, abordaron a la fotografía desde sus
usos y significados sociales y en relación con la más amplia producción visual
de su época. Aparecieron, asimismo, nuevos abordajes comparatistas y
transnacionales que pusieron en evidencia algunas de las limitaciones de
estudiar la fotografía latinoamericana exclusivamente desde el enfoque
nacionalista o localista. Además, surgieron con fuerza las investigaciones
regionales, que desafiaron el marcado centralismo de la historiografía
tradicional que tendió por años a concentrar su estudio en las ciudades capitales.
Se abordaron con interés géneros fotográficos por años desatendidos como el la
fotografía científica, educativa, criminalística, etnográfica o erótica, entre
otros. Se indagó en la fotografía y sus relaciones con otros medios de
comunicación y también en la esfera de la recepción y la crítica, áreas
sumamente relegadas por la mayoría de los estudios previos sobre este período.
El presente monográfico busca dar
cuenta de esta diversidad, vitalidad y renovación de los estudios
historiográficos sobre la fotografía latinoamericana. Esperamos, por tanto,
recibir propuestas con metodología histórica que aborden en diferentes escalas
espaciales trayectorias de autores, diversos usos y funciones sociales de la
fotografía y reflexiones metodológicas a partir del trabajo con colecciones o
archivos específicos.
Deadline: 01/04/2020
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