Las imágenes, los imaginarios y las
nuevas narrativas articulan, en la actualidad, modos de explicación de las
diversas crisis (sociales, sanitarias, políticas, económicas y culturales) (Angulo,
2018; 2017b; 2017a; Arribas y Gómez Villar, 2014; Belzunegui Erazo, 2012;
Castells, 2016; Cabrera, 2019; Butler, 2006; Lazaratto, 2013). Crisis y crítica
tienen un ethos común (Browne, Del Valle, Silva Echeto, 2018; Del Valle y Silva
Echeto, 2018; Richard, 2010; Silva Echeto, 2014). La etimología de la palabra
“crítica” se asocia a la palabra “crisis”. El contenido de ambos términos
designa “el momento decisivo en un asunto de importancia” y que, por lo tanto,
reúne las acepciones de cortar, dividir, medir y también elegir, decidir y
juzgar. Mientras la crisis es una potencia de mutación, la crítica es una
fuerza de intervención. Los flujos segmentados y ramificados del capitalismo
des-diferenció límites y fronteras, aunque trazó otras fronteras (por ejemplo
en el caso de los flujos humanos-migratorios) y des-fronterizó otros (los
flujos de capitales), nivelando “eclécticamente valores, gustos y opiniones en
nombre del pluralismo de lo diverso” tendiendo “a anular el principio de la
distancia (separación, distinción) que reclamaba la crítica modernista antes de
ver tambalear su lugar de autoridad, invadida por la promiscuidad y la
contigüidad de los signos que des-jerarquizan cualquier escala de valoración en
un mundo de interpenetración de las redes que activan tráficos ambiguos entre
lo uno y lo otro, lo igual y lo diferente, lo próximo y lo distante, lo
integrado y lo disperso” (Richard, 2010: 24).